Ser o no ser .. Universidad o Instituto? Esa es la cuestión…

Esta frase tan conocida de Shakespeare cuyo significado para mi es el debatirse entre la opción de existir y enfrentar la vida y sus demonios, o no existir sin conocer que conlleva la no existencia, me hizo reflexionar acerca del debate entre estas dos alternativas de la educación superior en el Perú.

Y es que a pesar de la evidencia que demuestra lo contrario, para la gran mayoría de la sociedad optar por la educación superior tecnológica parecería  ser la de optar por el «suicidio» profesional. Y se embarcan o embarcan a sus hijos en la persecución del título universitario, como si esa fuera la única opción de vida, a sabiendas o ignorancia de la falta de aptitud o inclinación para un camino que entonces se tornara difícil, sufrido y hasta imposible.

Que poco se conoce de las ventajas que ofrece la educación superior tecnológica para jóvenes talentosos, que muestran una marcada preferencia por ir directo a la acción, que desde muy temprana edad suelen mostrar una mayor claridad sobre su vocación, y que disfrutan al ver convertidos en realidad tangible y concreta, los frutos de su ingenio o imaginación.

Y para colmo de males, que enorme desperdicio de ese talento, cuando la necesidad de profesionales técnicos en nuestro país es tan grande.

La oferta de educación tecnológica en el Perú data del año 1983, año en que los primeros Institutos como el que yo co-funde, CIBERTEC, se iniciaron con una oferta de carreras profesionales técnicas en la vanguardia de las demandas del mercado laboral. La gran primera hornada de programadores, analistas de bases de datos, administradores de redes informáticas son literalmente tomados de las puertas del horno para cubrir la crecientes necesidades empresariales. Lo mismo ocurrió en otros campos como el diseño gráfico, el marketing etc..

Con un modelo de teoría orientada a la practica, currículo innovador y actualizado anualmente, y uso intensivo de laboratorios o tecnologías modernas, los Institutos abrieron un espacio diferenciado, pero complementario del universitario.

Dinámicos, flexibles, con la nariz más cercana a los cambios en el mundo del trabajo, los Institutos vieron a sus egresados crecer en valor con altas tasas de empleabilidad y salarios iniciales muy cercanos o hasta mayores que el de los egresados universitarios.

Lamentablemente y algo que espero se corrija con la nueva Ley de Institutos, el fuerte crecimiento de la oferta inevitablemente heterogénea en calidad, generó una regulación rígida, centralista y sancionadora por parte del Ministerio de Educación. La centralización de la decisiones acerca de la oferta y currículo, los requerimientos burocráticos definidos en un escritorio, las prohibiciones y la tramitología de permisos y autorizaciones hicieron poco o nada por resolver el problema de la heterogeneidad en la calidad.

Solo se consiguió poner un freno al sistema de educación superior tecnológica en su conjunto, y poco a poco fue extinguiéndose su esencia.. el dinamismo, la flexibilidad, y la innovación en el mercado laboral.

Hoy, tenemos la gran oportunidad de que ambas opciones de educación superior puedan ser conocidas y evaluadas en su entera dimensión por los jóvenes. Y si ocurre, como en otros países, las estadísticas se revertirán, y habrá un mayor % de profesionales técnicos que universitarios en el Perú.

Tenemos la gran oportunidad de liberar a los Institutos de la camisa de fuerza, para que recuperen su esencia, creando rápidamente una innovadora, diversa y relevante oferta de carreras, generando un enorme dinamismo en el mercado laboral, y cerrando las brechas entre la oferta y la demanda que existe hoy en el capital humano en el país.

Regulación que desconfía y controla?  o Regulación que confía y promueve?

 Ser o no Ser.. esa es la cuestión




Mariana Rodriguez Risco


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